sábado, 30 de enero de 2010

¿Se anima a responder quién es?

 
El personaje de la fotografía es sumamente conocido, actualmente es Venerable. ¿Se anima a responder quién es?. Hágalo haciendo click en "comentario".

domingo, 17 de enero de 2010

¿Por qué un crucifijo con Cristo crucificado?


Los protestantes se preguntan por qué los católicos exhibimos la Cruz con el cuerpo de Cristo, si Jesús ya ha resucitado.
La cruz es parte inseparable del misterio pascual que incluye pasión, muerte y resurrección.
Los católicos profesamos que Cristo ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado glorioso. El crucifijo en ninguna manera niega la resurrección sino que manifiesta la seriedad de nuestros pecados y el amor infinito con que Cristo murió salvarnos.
Jesús enseñó: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy. (Juan 8:28).
La Cruz, es mencionada explícitamente 29 veces en el Nuevo Testamento. Muchas mas veces se refiere a ella sin usar la palabra exacta. No es el madero en su sentido material en lo que ponemos nuestro corazón sino en Jesús que por nosotros colgó de el. El es quién nos atrae. Jesús nos dijo:
"Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí." (Juan 12,32)
Esta enseñanza es válida para todos los tiempos. Contemplar a Jesús "levantado" en la Cruz es clave para conocerlo íntimamente.
San Pedro y San Pablo proclaman la cruz sin cesar.
¿Acaso no sabían ellos que Cristo ha resucitado? Claro que sí, pero comprendían la importancia de tenerla siempre presente porque ella es el poder de Dios contra todas las fuerzas infernales: las fuerzas de la carne, es decir de nuestro ego. La carne tiende a su placer, su conveniencia, su engrandecimiento; la cruz pone a muerte todo eso para que reine el Amor".


"Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado" (Hech.2,36).

"En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado". (Gal.2,19).

"Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias". (Gal.5,24).

"Lo que es a mi, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mi, y yo para el mundo."(Gal.6,14).
"¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros?"(1Cor.1,13).


Los cristianos siempre hemos tenido la Cruz como signo del amor y poder de Cristo. Hay amplia evidencia que desde los primeros siglos se levantaban cruces como signo de la fe en Cristo.
A los que nos atacan por llevar la cruz en el cuello o tenerla en un lugar de honor en nuestras casas o por erguirla sobre un lugar visible, hemos de responder con San Pablo: 
"Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios". (1Cor 1,18)
"Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios". (1Cor. 1,23-24)
 La Cruz, sea que tenga representado el cuerpo de nuestro Salvador o no, es el mismo signo. Pero los católicos solemos representarla con Su cuerpo por el valor que tiene contemplar su pasión, el amor con que nos salvó. 
Jesús nos ordenó a abrazar también nosotros la cruz:  "Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígueme" (Mat. 16,24).
Contemplarle en la cruz nos sana espiritualmente, como sanó al ladrón que estaba junto a Jesús cuando él le dijo “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23:43). También sanó al centurión que estaba a los pies de la cruz, que se convirtió y dijo: “Este hombre era el Hijo de Dios” (Mar. 15:39).
Contemplar el crucifijo es un acto de fe. Nos inspira a tener la misma actitud que Cristo, "que se humilló y obedeció hasta la muerte, incluso hasta la muerte por crucifixión” (Filip. 2:5,8).
El crucifijo hace visible el sacrificio de Jesús y de esa manera nos llama a “ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios a través de Jesús” (1Pe.2,5),  y a “ofrecer nuestros cuerpos  como un sacrificio vivo” (Rom.12:1).
La revelación del amor perfecto es la cruz mientras que la resurrección es su victoria. La cruz le costó a Jesús inmensos sufrimientos que aceptó libremente por nosotros. La resurrección manifiesta su poder sobre la muerte, su gloriosa victoria.
Cristo transformó el sentido de la Cruz. Antes era la vergüenza e ignominia mas grande posible, ahora es la gloria y la victoria máxima. Amor a la Cruz nos comunica la gracia para ser fieles en nuestras cruces unidas a la Suya.

Es una costumbre muy antigua representar a Jesús en diferentes momentos de su vida. En las catacumbas vemos que los cristianos de los primeros siglos expresaban su amor a Jesús por medio de imágenes. Los que se oponen al crucifijo, ¿acaso no muestran imágenes de Jesús cuando era niño en Navidad?. La imagen del Niñito Jesús representa un momento de Su vida al igual que su crucifixión representa otro, y éste es el momento que cambió para siempre nuestras vidas: 

¡Te adoramos oh Cristo y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste al mundo! -Amén. 
(Fuente: Corazones.org)

sábado, 16 de enero de 2010

¿SÓLO LA FE?


Probar por las obras, la fe.
El domingo 13 de septiembre del pasado  año, Benedicto XVI se dirigió a los presentes en la residencia pontificia de Castel Gandolfo con motivo del Ángelus.
La pregunta clave es la siguiente: y "Tu fe, ¿se traduce en obras o no?".
Esto, que parece algo obvio no siempre lo es para las personas que dudan sobre si lo que importa en su fe es la fe misma o lo que, digamos, con ella se puede llevar a cabo.
Pues las dos realidades espirituales han de ser tenidas como importantes para un cristiano, para alguien que se considera hijo de Dios.
Muy conocido, a este respecto, es el texto que, en la Epístola de Santiago a «las doce tribus de la Dispersión» dice lo siguiente.
«14 ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: 'Tengo fe', si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? 15 Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, 16 y alguno de vosotros les dice: 'Idos en paz, calentaos y hartaos', pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? 17 Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta.18 Y al contrario, alguno podrá decir: '¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe' ».
A esto, como sabemos, responden los hermanos protestantes diciendo que basta con la Sola Fides en el sentido de que la fe basta para salvarse sin que, por ello, se tenga que tener en cuenta, para la salvación, las obras que hagamos.
Fe sin obras
Es muy humano y natural refugiarse en el conocimiento de la Palabra de Dios y creer, desde ella, que es fácil encarar los problemas que, cada día, van surgiendo a nuestro paso.
Tener fe es, sobre todo, creer sin haber visto. Así, creemos en Dios aunque, por supuesto, no lo hayamos visto y con tal pensamiento encaramos nuestra existencia en el entendido de que nos basta con creer sin que la creencia tenga otras consecuencias que vayan más allá de nuestro mismo corazón.
Por decirlo, entonces, de alguna manera, nuestro corazón no rebosa porque no salen por la boca lo que de él rebosa sino que lo dejamos escondido bajo el celemín que, cada cual, tenemos.
Sobre tal comportamiento bien podemos traer a colación dos textos de san Pablo que en la Primera Epístola a los Corintios clarifica, mucho, las cosas:
"Aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy" (I Corintios 13,2,); "Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad" (I Corintios 13,13).
Nada soy sin caridad, sin obras, porque la caridad es la mayor de las tres virtudes teologales.
Por eso, las obras, aquello que hacemos teniendo en cuenta nuestra fe, es una consecuencia esperada de la que decimos tener. Y, por tanto, una fe sin obras es como si faltara algo a la voluntad de cristiano, como si faltara el resultado de su creencia.
Obras sin fe
También puede darse el caso según el cual se preste atención a las obras, a la caridad, pero no se lleve a cabo tal forma de actuar de acuerdo a la fe.
Ejemplo de esto lo tenemos en muchas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en las que, a pesar de llevar a cabo acciones altruistas, no las relacionan o, mejor, no derivan las mismas, de una creencia en Dios sino, muy al contrario, de un proceder, exclusivamente, humano. Les falta el hilo de unión que hace lo humano, divino.
A esto bien lo podemos llamar actuar con obras pero no con fe.
Sin embargo, tal forma de proceder no la tenemos como cristiana aunque ella pueda partir, tener su origen, en un comportamiento esencial y humanamente bueno.
¿Cómo, entonces, ha de actuar el cristiano para que, en verdad, se le pueda considerar tal creyente?
En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que nuestra primera obligación, grave, es tener fe. Si no hay fe nada de lo que hagamos puede atribuirse a la misma.
Pero la fe no puede quedar infecunda; no puede no dar fruto porque sería como la semilla que nunca se riega: queda en su espacio sin ser lo que, por su naturaleza, tiene que ser.
Por eso tenemos que dar un paso más que nos lleve a implicarnos en nuestra cristiandad y, también, a soportar la parte de cruz que nos corresponde y que, por supuesto, debemos amar, querer, demandar.
Es más, no podemos olvidar que «No todos los que dicen Señor, Señor, van a entrar en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial» (Mt. 7, 21)
¿Vamos, entonces, a ser, como discípulos, más que el Maestro que cumplió, creyendo, la voluntad de Su Padre, no cumpliéndola nosotros?
Al fin al cabo, cumplir la voluntad de Dios es hacer, de la fe, obras.


lunes, 4 de enero de 2010

Intenciones del Santo Padre para el mes de enero

Intención General: Para que los jóvenes sepan utilizar los medios modernos de comunicación social para su crecimiento personal y para prepararse mejor para servir a la sociedad.
Intención Misional: Para que todos los creyentes en Cristo tomen  conciencia de que la unidad entre todos los cristianos constituye una condición para hacer más eficaz el anuncio del Evangelio.
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