jueves, 30 de diciembre de 2010

Una aclaración obligada

Hola. Un saludo a todos los seguidores y a cuantos acceden a este blog. Un defecto en mi computador me ha impedido estar con ustedes en los últimos diez días. Por consiguiente, y al no poderlo hacer antes, les envio un deseo de Feliz Navidad. En los próximos días iré actualizando la página con nuevo material. Ahora mi deseo es  que tengan todos un FELIZ AÑO 2011, lleno de bendiciones.

sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Algo para agregar, sobre la "ideología de género"?

 Lea esto, aprenderá algo sobre el tema.
 
Como todos los totalitarismos que en el mundo han sido, la aspiración primordial de la ideología de género es completar una ingeniería social; esto es, disolver los vínculos naturales que forman el tejido social para, una vez convertido ese tejido en una suerte de papilla informe, sustituir tales vínculos por creaciones artificiosas que conviertan a las personas en lacayos del poder establecido. En su proceso de de construcción social, la ideología de género propugna que no existen ni el sexo ni la diferencia sexual como realidades innatas al ser humano; y que sólo existen «géneros», es decir, roles adquiridos, producto de una determinada práctica social. Para cambiar tales roles, la ideología de género ha declarado batalla sin cuartel a la institución familiar, que considera el último bastión de resistencia en su programa de ingeniería social. Y, aplicando el esquema de la lucha de clases marxista a las relaciones familiares, las presenta como relaciones conflictivas: así, el amor entre los esposos se convierte en relación de dominio, en la que florecen todo tipo de violencias y alienaciones; y, una vez convertida la vida de pareja en campo de Agramante, se pueden desarrollar «políticas de igualdad» que finjan poner coto a las violencias en el ámbito familiar (cuando lo que en realidad pretenden es engendrar dichas violencias), a la vez que «salvan» a los hijos, otorgando al Estado un falso título de legitimidad para encargarse de su educación. Así, la ideología de género se asegura el adoctrinamiento de la sociedad desde la propia infancia.
La obsesión de la ideología de género por la sexualidad de los niños es comprensible. Puesto que la diferencia sexual se considera una «alienación» impuesta desde instancias sociales represoras, el objetivo primordial debe ser combatir todo lo que perpetúa tal «alienación». Para acabar con la diferencia sexual entre hombres y mujeres, es preciso que el sexo de conciba no como algo determinado por el nacimiento, sino como una suerte de «asignatura de libre configuración», que cada quien elige, según la «orientación sexual» que en cada momento de su vida le  viene en ganas. Así, convirtiendo la práctica sexual en una actividad meramente lúdica, se construye una nueva utopía de hedonismo que preconiza la consecución de la felicidad a través de la exaltación del deseo sexual, sin límite moral, legal o corporal alguno. Chesterton la vislumbró hace casi un siglo, cuando auguró que no tardaría en proclamarse una nueva religión que, a la vez que exaltase la lujuria, prohibiese la fecundidad. Tal religión ya ha sido instaurada; y toda la panoplia legal desplegada en los últimos tiempos —reconfiguración de la institución matrimonial, consagración del llamado «derecho a la salud reproductiva y sexual», educación para la ciudadanía y demás flores pútridas de la ideología de género— no tiene otro afán sino otorgar cobertura jurídica a una revolución ideológica que trata de cambiar radicalmente la sociedad, moldeando la esfera interior de las personas.

En esta estrategia revolucionaria debe enmarcarse esta nueva pretensión de controlar el recreo de los niños en las escuelas, mediante el establecimiento de centinelas de género que vigilen los «protocolos de juego» y transmitan «los valores y principios adecuados». Pura y dura ingeniería social que podemos despachar con cuatro risas y cuatro bromas chuscas; pero algún día, no tardando mucho, la risa se nos congelará en la boca, en un rictus de horror. Para entonces, ya será demasiado tarde. 
Fuente: Interrogantes.net

 

domingo, 5 de diciembre de 2010

Un monasterio con historia ejemplar


El semanario católico “Cristo Hoy” en su edición argentina Nº 862, publicó como tema central una serie de notas referidas al 1.100 aniversario del monasterio de Cluny, bajo el título de tapa: “El monasterio que salvó a la Iglesia”. En el interior de la publicación hay un editorial que dada su importancia y trascendencia se transcribe a continuación, bajo el título:

LAS LECCIONES DE CLUNY DEL 910 AL 2010

Sabemos que la historia es maestra y no podemos desaprovechar sus enseñanzas. El dicho popular reza que el diablo sabe más por viejo que por diablo, veamos entonces todo lo que tiene para decirnos Cluny.
Otro dicho nos enseña: “Si así te tratan los amigos, cómo te tratarán lo enemigos”. En efecto, los enemigos, el imperio romano y los paganos, habían perseguido a la Iglesia desde afuera con devastadoras consecuencias. Pero ella experimentaba una crisis peor, una crisis interna. Para salir del hostigamiento de las persecuciones recibió “el abrazo del oso” del poder, y éste para protegerla la asfixió.
Veremos como Cluny fue el grito de independencia, luego de larga andadura por la historia, pero antes constatemos cómo este fenómeno se repitió y se repetirá.
El “cesaropapismo” consistía en la intromisión del estado en los asuntos eclesiales; luego advino el “josefismo” donde el emperador de Austria reglamentaba desde los estudios eclesiásticos hasta el número de las velas en los altares, esto era a mitad del año 1700. El patronato hacía que los reyes nombraran a los obispos; y los nuevos gobiernos americanos pretendieron para sí estos privilegios. Últimamente el caso más sonado es la Iglesia patriótica de China que maneja a gusto y piacere a parte de los católicos chinos.
Entonces, si a la Iglesia le costó tres siglos no ser más perseguida, luego le costó ocho siglos no ser dominada por los poderes temporales. Veamos como Cluny fue el primer grito de esta independencia.
El desarrollo de este monasterio, bajo el poder de los papas y no de los obispos del lugar ni de los señores feudales, puso de manifiesto la vitalidad que rápidamente cobró la Iglesia.
Esta vitalidad fue tan exuberante que la dejó en grado de enfrentar una desgarradora lucha, que la historia describe como de las “investiduras”, para que un monje – Hildebrando, Gregorio VII - , estableciese un régimen libre de las influencias que consentían que los señores hasta nombrasen papas.
Estos beneficios de Cluny fueron tan espléndidos, que el apogeo de la Edad Media, con la posterior revolución cisterciense de San Bernardo, el fenómeno de las ordenes mendicantes de Francisco y Domingo, el gótico, la escolástica, las universidades, las cruzadas, las peregrinaciones, etc. etc. difícilmente se hubiesen producido sin el fundamente cluniacense.
¿Qué nos enseña Cluny? Que solamente la santidad salva a la Iglesia y que la santidad está estrechamente ligada a la liturgia. En efecto, a Cluny le debemos la fiesta de todos los difuntos. Se le llegó a criticar el excesivo énfasis puesto en la liturgia, hasta la edificación del templo más grande y majestuoso de toda la cristiandad, erigido antes de San Pedro del Vaticano.
El papa Benedicto XVI entiende muy bien el tema y de allí la importancia que le otorga a la liturgia en su pontificado, ya que es en ella donde la fe se ejercita y produce el encuentro con Cristo. La Iglesia siempre dijo “Lex orandi, lex credendi”; y también “Lex credendi, lex vivendi” (se cree como se ora y se vive como se cree).
Cluny también nos enseña que la libertad de la Iglesia es un bien preciado; los ortodoxos y anglicanos, aún teniendo una estructura cristiana similar al catolicismo siempre fueron dominados por los zares rusos y la corona británica; a la Iglesia sostener y mantener la libertad le costó la deportación de papas y muertes de pontífices en el exilio, en la desventura napoleónica, por ejemplo.
Pero es claro que para esto la Iglesia tiene que gozar de una buena salud espiritual en la vida de la gracia y de la fe. De lo contrario, el mundo, o la persigue, o la domina. Pienso que no mediando una revitalización en la tónica cluniacense de santidad desde la liturgia, ya todos los cañones están apuntados, y muchos de ellos ya tronaron en el encarnizamiento por los casos de abuso y en la persecución al Papa, y por los temas de familia y vida puede haber plasmaciones jurídicas que obstaculicen a la Iglesia en grado casi inimaginable con la anuencia de quienes, a toda costa, quieren hacer componendas con el espíritu del mundo, baste ver la postura de sectores eclesiales en el reciente debate por el matrimonio gay.
Fuente: Semanario "Cristo Hoy" – Nº 862 del 2 al 8 de diciembre de 2010.

viernes, 3 de diciembre de 2010

¿Puedo cambiar de religión?

       1.  La religión no es como la política: hoy pertenezco a un
       partido y mañana no me gusta y me cambio a otro. La religión
       tampoco es como cambiar de camisa. La religión es algo que me
       merece mucho  respeto.
Además la religión católica, de la cual soy miembro, existe desde Jesucristo hasta ahora y es la única Iglesia fundada por Jesucristo sobre el apóstol Pedro y sus legítimos sucesores (Mt.16,13-19). Y además Jesús claramente dijo: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el final del mundo». ¡Y el Señor Jesús no miente!
Ahora bien, la religión pentecostal comenzó recién en el año1906 en los Estados Unidos, como un movimiento de renovación dentro de los metodistas y de a poco se fue extendiendo por todos los países de América Latina.
Desde aquella fecha hasta hoy esta práctica de división ha sido como el distintivo de los pentecostales. Algunos hablan ahora de que ya son casi 300 las iglesias evangélicas distintas en América Latina.
Les confieso que tengo mucho respeto por el movimiento pentecostal y hasta creo que puede llegar a ser un camino de santidad. Pero me es imposible cambiar de religión porque estoy plenamente convencido de que la Iglesia Católica es la única fundada por Jesucristo sobre Pedro y, por lo tanto, la única verdadera.
Un argumento que siempre debiera estar a flor de labios de los católicos es este: Jesús fundó la Iglesia Católica sobre Pedro: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt.16, 18). De aquí se deduce que todas las Iglesias que son edificadas sobre otro fundamento que no sea Pedro contravienen expresamente la voluntad de Cristo. Esta es la verdad que glosa este versito:
Junto al mar de Galilea
el Señor dijo a Simón
tú estarás en el timón
de la Santa Madre Iglesia.
 
¿Dónde estaban, por ejemplo, los evangélicos en los años 100, 500 y 1000 y hasta el siglo XVI? ¿Dónde estaban cuando San Jerónimo tradujo la Vulgata? ¿Dónde estaban cuando las grandes persecuciones romanas en que tantos cristianos murieron por Cristo? Si para los evangélicos la Iglesia comienza con Lutero. ¿Cómo salvan entonces la laguna temporal entre el nacimiento de Jesús y el siglo XVI?¿Qué pasa durante estos 15 siglos de vida de la Iglesia? ¿Cómo se cumple durante este lapso la promesa de Jesús «Yo estoy con ustedes».
Los evangélicos irrumpieron en la historia sólo a partir de 1500, por tanto no tienen ni la historia ni el tesoro de la Tradición cristiana que tenemos nosotros. Tampoco tienen esta pléyade de casi un millón de mártires que han dado la vida por Cristo y que tenemos los católicos como un gran regalo de Dios.
Pero hay más. Dentro de la Iglesia Católica Dios me comunica su Espíritu Santo y todos sus carismas y dones espirituales. Dentro de esta Iglesia encuentro la verdadera adoración al Dios único y verdadero. La Iglesia Católica me comunica sus sacramentos, que son signos sagrados por los cuales Cristo mismo me santifica. Y es sobre todo la Iglesia Católica la que me ofrece el Pan de vida en la Eucaristía o Santa Misa. «Yo soy el Pan de vida que bajó de cielo, dice Jesús, y si ustedes no comen del Cuerpo del Hijo del Hombre y no beben su Sangre, no tienen vida». (Juan 6, 51, 53). La verdad es que hay muchas cosas que dejó Cristo en la Iglesia y que yo no las encuentro en las iglesias Evangélicas y que, reitero, solamente las encuentro en la Iglesia Católica.
 
2. En estos últimos tiempos y en algunos lugares, muchos católicos por distintas razones se han pasado a los hermanos evangélicos. Pero yo les digo a los católicos: No se desanimen. «No temas, pequeño rebaño», porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino (Lc. 12, 32).
En la historia de la Iglesia Católica, una historia de 2000 años, hubo épocas en que casi todos abandonaron la verdadera fe. Por ejemplo en el año 356 se metió la herejía del arrianismo entre los creyentes y casi todos, hasta obispos y sacerdotes, abandonaron la Iglesia. Tiempo después terminó el arrianismo y volvieron otra vez a la Iglesia Católica. ¿Sucederá igual ahora?
En el año1200 aparecieron en Europa los cátaros y los waldenses, hombres muy piadosos y espirituales, predicaban otra religión y daba la impresión que iban a terminar con todos los católicos. Luego terminó el fervor de estos grupos y hoy día ya nadie habla de ellos. Pero la Iglesia Católica sigue. En los años 1500, Lutero y Calvino protestaron contra algunos abusos que había en el interior de la Iglesia Católica. Formaron iglesias separadas, las iglesias protestantes, que después con el tiempo se dividieron en muchísimas iglesias. Hoy en día muchas de estas iglesias se sienten avergonzadas de tantas divisiones, porque saben muy bien que Jesús quiere ver a sus seguidores todos unidos como una sola familia. Las divisiones de las iglesias son la gran tentación de todos los tiempos. Y si lo miramos con altura hoy es el mismo Espíritu Santo quien suscita deseos de unidad al interior de todas las Iglesias.
 
3. Ya en tiempo de San Pablo, se metieron falsos profetas que entregaban enseñanzas mentirosas: «Hermanos, dice el Apóstol, les ruego en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo que se pongan de acuerdo y que no estén divididos» (1 Cor.1, 10). «Me admira mucho que ustedes estén dejando tan pronto a Dios y que estén siguiendo un mensaje de salvación tan diferente. Lo que pasa es que hay algunos que les molestan a ustedes y quieren cambiar el mensaje de salvación de Cristo. Pero si alguien les da a ustedes un mensaje de salvación distinto del que les hemos dado, que esta persona sea puesta bajo nuestra maldición» (Gal.1, 6-9).
Lo mismo escribe San Pablo en su carta a los Corintios contra los falsos apóstoles (2 Cor. 11,1-15). Algunos se han desviado y se han perdido en discusiones inútiles. Quieren ser maestros de religión, pero no entienden ni lo que ellos mismos dicen, ni lo que pretenden enseñar con tanta seguridad. (1 Timot. 1, 4-7 y 6. 3-5).
También el apóstol Pedro advierte contra los que enseñan mentiras: «Hay maestros mentirosos entre ustedes. Ellos enseñan secretamente sus ideas dañinas, negando así al propio Señor que los salvó. Hablan mal del verdadero camino que es el Evangelio y en su ambición de dinero, los explotan a ustedes con enseñanzas falsas.» (2 Pedr. 2, 1-3).
 
4. Predicar el Evangelio «a mi manera». Queridos amigos: estos textos no los invento yo, están escritos en la Biblia. Y al igual como en otros tiempos había grupos de cristianos que predicaban el Evangelio a su manera, así no debemos asustarnos que ahora también aparezcan grupos que predican y explican el Evangelio a su manera. No se desanimen, no se dejen engañar, no acepten verdades a medias que son lo mismo que una mentira. Siempre ha existido la tentación de abandonar la Iglesia Católica y formar nuevas iglesias. Siempre que hay problemas, crisis o pecado en el seno de la Iglesia se producen divisiones.
Es lo mismo que una familia. Supongamos que un día todo va mal en casa, que papá y mamá se portan mal, discuten, pelean. No por eso los hijos deben arrancarse de la casa, sino que, con prudencia y cariño, deben pedir que los padres se corrijan y se amen entre sí.
Donde hay pecados, hay desunión, cismas, herejías, discusiones... Pero donde hay virtud, hay unión, de donde resulta que todos los creyentes tienen un solo corazón y una sola alma. Así también debemos amar a esta Iglesia de Cristo que es santa y pecadora, y pedir la purificación de esta gran familia de Dios. Pero sería un pecado mayor salirse de esta Iglesia Católica para formar otra iglesia. Cada uno tiene que decir su propio «mea culpa» por la responsabilidad que le cabe en la marcha de la Iglesia. Ojalá nuestra Iglesia pudiera aparecer «sin mancha ni arruga», pero por el momento -somos peregrinos a la eternidad- todos somos caminantes y a todos se nos pega el polvo del camino.
Aunque todos abandonen la Iglesia Católica, yo seguiré siendo miembro de esta Iglesia de Cristo. No olvidemos que al final de la vida de Jesús casi todos lo abandonaron. Y hoy más que nunca tienen vigencia aquellas palabras de Jesús: ¿Y ustedes también quieren abandonarme? Al pie de la cruz de Jesús estaban sólo su Madre María, el apóstol Juan y algunas mujeres (Juan 19, 25-27) ¿Dónde estaban los otros discípulos?
Y cuando Jesús habló a sus discípulos acerca de comer su Cuerpo y beber su Sangre (Juan 6, 56) muchos discípulos suyos le dijeron: «Esto que dice es muy difícil de aceptar, ¿quién puede hacerle caso?» ( Jn. 6, 60) Y muchos lo abandonaron. Luego Jesús preguntó a sus Doce apóstoles: «¿Quieren irse ustedes también?» (Juan 6, 67).
Queridos hermanos católicos, después de todo, les he hablado con mucho amor, pero con un amor que busca la verdad. No tengo ninguna intención de ofender a nadie. Y termino recordando que, por cosas muy respetables que tengan las religiones evangélicas, el Concilio Vaticano nos dice que solamente en la religión Católica está la plenitud de la doctrina de Cristo y la plenitud de los medios de salvación dejados por Cristo a su Iglesia. Y si alguien queda con dudas acerca de alguna parte de esta carta, converse con cualquier sacerdote, religioso o laico bien formado. Solamente la verdad nos hará libres». (Jn. 8, 32).
 
5. ¿Cuál fue el objetivo primordial del Concilio Vaticano?
El objetivo primordial del Concilio Vaticano fue promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos. Porque siendo una sola la Iglesia fundada por Cristo Señor, son muchas, sin embargo, las denominaciones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo. Y naturalmente esta división, además de contradecir abiertamente a la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y daña a la predicación del Evangelio a todos los hombres.
 
6. ¿Qué es el Ecumenismo?
El Ecumenismo es un movimiento que se ordena a favorecer y fomentar la unidad de los cristianos para que, superados poco a poco los obstáculos que impiden la perfecta comunión eclesial, todos los cristianos se congreguen en una única celebración de la Eucaristía, en orden a la unidad que Cristo dio a su Iglesia desde un principio y que creemos subsiste indefectible en la Iglesia Católica. El verdadero ecumenismo no puede darse sin una conversión interior. Tenemos que implorar esta gracia del Espíritu Santo y orar para que pronto llegue el día de la perfecta unidad tan deseada y querida por Jesús.
Dios quiera que vayamos avanzando hacia la plena unidad. Hacia aquella unidad que pidió Jesús en su oración sacerdotal: «Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti» Jn 17, 21.
 
Como resumen puede hacerse estas preguntas:
¿Cuál es la única Iglesia fundada por Jesucristo? ¿Sobre quién fue fundada la Iglesia Católica? ¿Quiénes son los principales 'fundadores' de las religiones 'modernas'? ¿Autorizó Jesús a alguien fuera de Pedro para que fundara alguna iglesia? ¿Puedo vivir la fe «a mi manera»? ¿Puedo cambiarme de religión?      
Fuente: Mercabá.org 

INTENCIONES DEL SANTO PADRE PARA EL MES DE DICIEMBRE

Intención General: Para que la experiencia del sufrimiento sea ocasión para comprender las situaciones de malestar y de dolor de las personas solas, enfermas y ancianas, y estimule a todos a salir a su encuentro con generosidad.
Intención Misionera: Para que los pueblos de la tierra abran las puertas a Cristo y a su Evangelio de paz, fraternidad y justicia.
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