domingo, 5 de diciembre de 2010

Un monasterio con historia ejemplar


El semanario católico “Cristo Hoy” en su edición argentina Nº 862, publicó como tema central una serie de notas referidas al 1.100 aniversario del monasterio de Cluny, bajo el título de tapa: “El monasterio que salvó a la Iglesia”. En el interior de la publicación hay un editorial que dada su importancia y trascendencia se transcribe a continuación, bajo el título:

LAS LECCIONES DE CLUNY DEL 910 AL 2010

Sabemos que la historia es maestra y no podemos desaprovechar sus enseñanzas. El dicho popular reza que el diablo sabe más por viejo que por diablo, veamos entonces todo lo que tiene para decirnos Cluny.
Otro dicho nos enseña: “Si así te tratan los amigos, cómo te tratarán lo enemigos”. En efecto, los enemigos, el imperio romano y los paganos, habían perseguido a la Iglesia desde afuera con devastadoras consecuencias. Pero ella experimentaba una crisis peor, una crisis interna. Para salir del hostigamiento de las persecuciones recibió “el abrazo del oso” del poder, y éste para protegerla la asfixió.
Veremos como Cluny fue el grito de independencia, luego de larga andadura por la historia, pero antes constatemos cómo este fenómeno se repitió y se repetirá.
El “cesaropapismo” consistía en la intromisión del estado en los asuntos eclesiales; luego advino el “josefismo” donde el emperador de Austria reglamentaba desde los estudios eclesiásticos hasta el número de las velas en los altares, esto era a mitad del año 1700. El patronato hacía que los reyes nombraran a los obispos; y los nuevos gobiernos americanos pretendieron para sí estos privilegios. Últimamente el caso más sonado es la Iglesia patriótica de China que maneja a gusto y piacere a parte de los católicos chinos.
Entonces, si a la Iglesia le costó tres siglos no ser más perseguida, luego le costó ocho siglos no ser dominada por los poderes temporales. Veamos como Cluny fue el primer grito de esta independencia.
El desarrollo de este monasterio, bajo el poder de los papas y no de los obispos del lugar ni de los señores feudales, puso de manifiesto la vitalidad que rápidamente cobró la Iglesia.
Esta vitalidad fue tan exuberante que la dejó en grado de enfrentar una desgarradora lucha, que la historia describe como de las “investiduras”, para que un monje – Hildebrando, Gregorio VII - , estableciese un régimen libre de las influencias que consentían que los señores hasta nombrasen papas.
Estos beneficios de Cluny fueron tan espléndidos, que el apogeo de la Edad Media, con la posterior revolución cisterciense de San Bernardo, el fenómeno de las ordenes mendicantes de Francisco y Domingo, el gótico, la escolástica, las universidades, las cruzadas, las peregrinaciones, etc. etc. difícilmente se hubiesen producido sin el fundamente cluniacense.
¿Qué nos enseña Cluny? Que solamente la santidad salva a la Iglesia y que la santidad está estrechamente ligada a la liturgia. En efecto, a Cluny le debemos la fiesta de todos los difuntos. Se le llegó a criticar el excesivo énfasis puesto en la liturgia, hasta la edificación del templo más grande y majestuoso de toda la cristiandad, erigido antes de San Pedro del Vaticano.
El papa Benedicto XVI entiende muy bien el tema y de allí la importancia que le otorga a la liturgia en su pontificado, ya que es en ella donde la fe se ejercita y produce el encuentro con Cristo. La Iglesia siempre dijo “Lex orandi, lex credendi”; y también “Lex credendi, lex vivendi” (se cree como se ora y se vive como se cree).
Cluny también nos enseña que la libertad de la Iglesia es un bien preciado; los ortodoxos y anglicanos, aún teniendo una estructura cristiana similar al catolicismo siempre fueron dominados por los zares rusos y la corona británica; a la Iglesia sostener y mantener la libertad le costó la deportación de papas y muertes de pontífices en el exilio, en la desventura napoleónica, por ejemplo.
Pero es claro que para esto la Iglesia tiene que gozar de una buena salud espiritual en la vida de la gracia y de la fe. De lo contrario, el mundo, o la persigue, o la domina. Pienso que no mediando una revitalización en la tónica cluniacense de santidad desde la liturgia, ya todos los cañones están apuntados, y muchos de ellos ya tronaron en el encarnizamiento por los casos de abuso y en la persecución al Papa, y por los temas de familia y vida puede haber plasmaciones jurídicas que obstaculicen a la Iglesia en grado casi inimaginable con la anuencia de quienes, a toda costa, quieren hacer componendas con el espíritu del mundo, baste ver la postura de sectores eclesiales en el reciente debate por el matrimonio gay.
Fuente: Semanario "Cristo Hoy" – Nº 862 del 2 al 8 de diciembre de 2010.

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