Remar mar adentro, ¿pero para ir adonde?. La respuesta es clara: para ir al encuentro del hombre, misterio insondable; y para ir a todos los hombres, océano ilimitado. Esto es posible en una Iglesia misionera, capaz de hablar a la gente y, sobre todo, capaz de llegar al corazón del hombre porque allí, en ese lugar íntimo y sagrado, se realiza el encuentro salvífico con Cristo. Remar en la barca de Pedro: ¡pescador de hombres!
(Fuente: Conoceréis de verdad.org)
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