Siempre es bueno reconocer las faltas del pasado con el objeto de no incurrir en los mismos errores, pero bueno es también dar a conocer el camino que se recorre y las convicciones que se tienen para recorrerlo.
No podemos ocultar que
muchos que profesaban ser discípulos de Jesús han cometido errores a lo largo
de la historia. Con frecuencia, ante problemas graves, han pensado que primero se
debía mejorar la tierra y después pensar en el cielo. La tentación ha sido
considerar que, ante necesidades urgentes, en primer lugar se debía actuar
cambiando las estructuras externas. Para algunos, la consecuencia de esto ha
sido la transformación del cristianismo en moralismo, la sustitución del creer
por el hacer. Por eso, mi
predecesor de venerada memoria, Juan Pablo II, observó con razón: «La tentación
actual es la de reducir el cristianismo a una sabiduría meramente humana, casi
como una ciencia del vivir bien. En un mundo fuertemente secularizado, se ha
dado una “gradual secularización de la salvación”, debido a lo cual se lucha
ciertamente en favor del hombre, pero de un hombre a medias, reducido a la mera
dimensión horizontal. En cambio, nosotros
sabemos que Jesús vino a traer la salvación integral»[Enc.Redemptoris missio.]
S.S. Benedicto XVI
(Fuente “Conoceréis de verdad”
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