
Lo más impresionante de la Virgen María es que es la criatura creada por el Creador para ser procreadora del Creador. ¿Es exacta esta afirmación? Sí. ¿Hay que matizarla? No. Sólo conviene delimitar los términos...
Ninguna criatura puede crear en sentido estricto, puesto que para ello se requiere estricta omnipotencia. María, obviamente, no es creadora del Creador. Pero Él ha puesto en la criatura la capacidad de pro-crear, es decir, de ponerse a favor –«pro»-- de la creación, colaborando, participando en ella de alguna manera. En la naturaleza del hombre hay el poder impresionante de procrear personas. Dios se ha comprometido de tal modo que cuando ésta pone determinadas condiciones biológicas, Él crea personas. No lo hace siempre ni fuera de las condiciones establecidas, aunque de las piedras podría sacar «hijos de Abraham» (Mt 3, 9; Lc 3, 8). En el matrimonio, es gozoso deber de los cónyuges, ponerse a favor de la vida, procrear. Los padres procrean libre y conscientemente (a no ser por defecto, por ignorancia o por malicia) personas. No son creadores de personas, porque sin la omnipotencia creadora de Dios no podrían procrear. Tampoco son autores sin más de lo que constituye a la persona como tal, que es el alma, irreductible a materia, espíritu inmortal. Pero entendemos que son padres no sólo de cuerpos sino de personas. De algún modo participan en la creación de las personas de sus hijos.
Procreadora de los hijos de Dios
Perola Trinidad no se limita a hacer de María la Procreadora virginal de Dios Hijo, sino también la ha hace Procreadora de todos los que llegan a ser hijos de Dios, precisamente en lo que específicamente tienen de hijos de Dios. Porque el Hijo encarnado es como una vid con innumerables sarmientos (Jn 15, 5). Cada sarmiento, unido a la vid, vive de la misma savia, de la misma vida de la vid. De la vida divina de Cristo brota un manantial inagotable de vida sobrenatural, divina, que a través de su Humanidad se comunica a todos los que están en comunión con Él, formando su «Cuerpo Místico». San Pablo dice que la Iglesia es el «Cuerpo de Cristo» (Col 1, 18.24; 1 Cor 12, 27; Rom 12, 5). La Iglesia , para evitar ingenuos malentendidos, dice de sí misma que es «Cuerpo Místico», porque no se trata de un cuerpo de madera ni de un organismo material. Es un organismo de vida sobre-natural, que vivifica a todos sus miembros a la vez que vigoriza su personalidad inconfundible y los introduce en la Vida intratrinitaria.
Esta es la vida suprema, infinitamente superior a la que se origina con el DNA. Y es vida, porque en ella se despliegan los actos vitales más intensos: entender y amar, además, en cierta medida, con la sabiduría y el amor de Dios.
Pero
Esta es la vida suprema, infinitamente superior a la que se origina con el DNA. Y es vida, porque en ella se despliegan los actos vitales más intensos: entender y amar, además, en cierta medida, con la sabiduría y el amor de Dios.
Madre que engendra vida
El Magisterio de
A nosotros nos puede parecer que la vida es algo material, como el latir del corazón o el respirar y quizá no nos damos cuenta de que hay más vida en un sólo pensamiento del hombre que en todo el universo irracional [1]. La vida del Verbo es la más rica, y consistente de las vidas. Unirse al Verbo es vivir más, ser más, ser más vivo, tener más vida. Y si la unión es sobrenatural, por la participación en la vida de la gracia, entonces la vida que se recibe, que penetra, que impregna el núcleo del ser personal, eleva a un “nivel de vida” infinitamente superior al de la vida natural. ¿Cómo negar que la vida superior sea más fecunda que la vida inferior? ¿Cómo no ver que una criatura inmersa en el centro amoroso de
María vive, como hija, en el Padre, tomando parte en su Paternidad; y vive en el Espíritu Santo tomando parte en su Amor personal; y está unida a Dios Hijo, de modo esencialmente superior al de cualquiera de los que Jesús hace unum (uno) con El (Jn 17, 11.21, 22). Si un buen cristiano es y, sobre todo, será unum con Cristo Jesús, ¿qué nivel de unidad con Cristo habrá alcanzado en el Cielo
La vida de
La vida material requiere un soporte material (como el ADN), pero no así la espiritual.
¡Cuántas veces san Pablo habla de ser en Cristo! Se trata de auténtica vida, con un poder de fecundidad maravilloso. Al extremo que el mismo Apóstol puede exclamar: «yo os he engendrado por el Evangelio» [5]; «hijitos míos –exclama-, por los que otra vez tengo dolores de parto…» [6].
Es tanta la bondad de Dios que parece querer darnos todo cuanto puede de Sí mismo, a cada uno de sus hijos, con la diversidad que sea menester. Nos hace partícipes de su paternidad - capaces de procrear espiritualmente -; nos hace partícipes de la filiación de Dios Hijo; y, en fin, nos hace partícipes del Amor que es Dios Espíritu Santo. Todo cristiano está, por
Nacen del corazón de maría
Pero esta capacidad, en la criatura constituida Madre de Dios, es de orden esencialmente superior a la del apóstol. ¿Qué no podrá
Cabe decir que
«¿No es acaso María Madre de Cristo? Pues también es Madre nuestra. Todos deben tener muy presente que Jesús, que es el Verbo de Dios hecho carne, es también el Salvador del género humano. Ahora bien, en cuanto Dios-Hombre, El adquirió un cuerpo concreto como los demás hombres. Pero en cuanto Salvador de nuestro linaje, consiguió un cierto cuerpo espiritual o, según se dice, místico (... ) Por consiguiente,
Insistamos, María no es autora de
Estamos pues ante tres misterios que se enlazan y compenetran hasta formar un solo y único misterio: Maternidad divina, Encarnación y Maternidad espiritual de María.
Se trata de una inefable dignación, de misericordia y de bondad, que el Espíritu del Padre y del Hijo no sólo nos conforme al Hijo, para poder exclamar «Abbá!, ¡Padre!» sino que también nos infunda un espíritu de filiación respecto a María, por el que podamos igualmente exclamar: «¡Madre, Madre...!». La espiritualidad de esa nueva vida no niega, al contrario, la consistencia, la intensidad, la realidad de la vida de que se habla.
«¡Oh Madre, Madre!: con esa palabra tuya -"fiat"- nos has hecho hermanos de Dios y herederos de su gloria. -¡Bendita seas!» (San Josemaría Escrivá, Camino, n. 512)
Por Antonio Orozco DelclósFuente: ESCRITOS ARVO
NOTAS
[*] (Se encuentran aquí algunas de las ideas más críticamente desarrolladas en el libro Antonio Orozco, Madre de Dios y Madre Nuestra. Introducción a la Mariología , 5ª edición, Ed. Rialp, Madrid 1998, cap. VI, pp. 65-100)
[1] SAN JUAN DELA CRUZ , Dichos de amor y luz, 39; cit JUAN PABLO II, Discurso, Segovia, 4-XI-1982.
[2] 1 Jn 3, 9.
[3] 1Petr 1, 23.
[4] 2 Cor 5,17.
[5] 1 Cor 4,15.
[6] Gal 4,19.
[7] SAN LEÓN MAGNO acuñó la fómula «prius concepit mente quam corpore» (Sermo 21, 1: ML 54, 191) Cfr. SAN AGUSTIN, Sermo 25, 7: ML 46, 937; Sermo 205, 4: ML 38, 1074; Sermo 293, 1: ML 38, 1327. Se hace eco de esta enseñanza LG 56, 57)
[8] PABLO VI, Solemne profesión de fe, 30 de junio de 1968, n. 15; JUAN PABLO II, Enc.Redemptoris Mater, n. 46
[9] SAN PIO X, Ad diem illum, 2-XI-1904.
[11] RM, n. 22.
[12] RM 47. En el siglo VII-VIII, San Andrés de Creta saludaba ala Virgen con esta bella oración: "Dios te guarde, medianera de la ley y de la gracia, sello y rúbrica del Antiguo y del Nuevo Testamento... todo el mundo te considera como propiciadora universal, ¡oh, suministradora de la vida, vida de los vivientes y autora de la vida!" (SAN ANDRÉS DE CRETA, PG 97, 1101; Para el tratamiento de la Liturgia Hispania , véase JAVIER IBÁNEZ - FERNANDO MENDOZA, Liturgia Hispana, Pamplona 1975)
[1] SAN JUAN DE
[2] 1 Jn 3, 9.
[3] 1Petr 1, 23.
[4] 2 Cor 5,17.
[5] 1 Cor 4,15.
[6] Gal 4,19.
[7] SAN LEÓN MAGNO acuñó la fómula «prius concepit mente quam corpore» (Sermo 21, 1: ML 54, 191) Cfr. SAN AGUSTIN, Sermo 25, 7: ML 46, 937; Sermo 205, 4: ML 38, 1074; Sermo 293, 1: ML 38, 1327. Se hace eco de esta enseñanza LG 56, 57)
[8] PABLO VI, Solemne profesión de fe, 30 de junio de 1968, n. 15; JUAN PABLO II, Enc.Redemptoris Mater, n. 46
[9] SAN PIO X, Ad diem illum, 2-XI-1904.
[11] RM, n. 22.
[12] RM 47. En el siglo VII-VIII, San Andrés de Creta saludaba a
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