viernes, 1 de diciembre de 2017

El Adviento ya está aquí



El tiempo litúrgico del Adviento, ya está aquí. El texto que sigue expresa el pensamiento de uno de los santos padres de la Iglesia primitiva.

“Anunciad a todos los pueblos y decidles:  Mirad, Dios viene, nuestro Salvador".

   Al inicio de un nuevo ciclo anual, la liturgia invita a la Iglesia a renovar su anuncio a todos los pueblos y lo resume en dos palabras:  "Dios viene". Esta expresión tan sintética contiene una fuerza de sugestión siempre nueva.

   Detengámonos un momento a reflexionar:  no usa el pasado —Dios ha venido— ni el futuro, —Dios vendrá—, sino el presente:  "Dios viene". Como podemos comprobar, se trata de un presente continuo, es decir, de una acción que se realiza siempre:  está ocurriendo, ocurre ahora y ocurrirá también en el futuro. En todo momento "Dios viene".

El verbo "venir" se presenta como un verbo "teológico", incluso "teologal", porque dice algo que atañe a la naturaleza misma de Dios. Por tanto, anunciar que "Dios viene" significa anunciar simplemente a Dios mismo, a través de uno de sus rasgos esenciales y característicos:  es el Dios-que-viene.

   El Adviento invita a los creyentes a tomar conciencia de esta verdad y a actuar coherentemente. Resuena como un llamamiento saludable que se repite con el paso de los días, de las semanas, de los meses:  Despierta. Recuerda que Dios viene. No ayer, no mañana, sino hoy, ahora. El único verdadero Dios, "el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" no es un Dios que está en el cielo, desinteresándose de nosotros y de nuestra historia, sino que es el Dios-que-viene.

   Es un Padre que nunca deja de pensar en nosotros y, respetando totalmente nuestra libertad, desea encontrarse con nosotros y visitarnos; quiere venir, vivir en medio de nosotros, permanecer en nosotros. Viene porque desea liberarnos del mal y de la muerte, de todo lo que impide nuestra verdadera felicidad, Dios viene a salvarnos.

   Los Padres de la Iglesia explican que la "venida" de Dios —continua y, por decirlo así, connatural con su mismo ser— se concentra en las dos principales venidas de Cristo, la de su encarnación y la de su vuelta gloriosa al fin de la historia

(cf. San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 15, 1:  PG 33, 870).

(Fuente: conoceréisdeverdad)

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