(En nuestro idioma: "solamente por mí se puede llegar al Padre")
“Yo soy el camino, la verdad y la vida.”
Caminemos, pues, con toda seguridad sobre el
camino; fuera del camino, temamos las trampas, porque en el camino el enemigo
no se atreve atacar –el camino, es Cristo- pero fuera del camino levanta sus
trampas...
Nuestro camino es Cristo en su humildad; Cristo verdad y vida, es Cristo en su grandeza, en su divinidad.
Nuestro camino es Cristo en su humildad; Cristo verdad y vida, es Cristo en su grandeza, en su divinidad.
Si tú andas por el camino de humildad, llegarás al
Altísimo; si en tu debilidad no menosprecias la humildad, tú residirás lleno de
fuerza en el Altísimo.
¿Por qué Cristo ha escogido el camino de la
humildad?
Es a causa de tu debilidad que estaba allí como un
obstáculo insuperable; es para liberarte a ti que un tan gran médico ha venido
hacia ti.
Tú no podías ir hacia él; es él quien ha venido
hasta ti. Ha venido para enseñarte la humildad, este camino de retorno, porque
es el orgullo el que nos privaba de llegar a la vida que nos había hecho
perder...
Entonces Jesús, siendo nuestro camino, nos grita:
“¡Entrad por la puerta estrecha!” (Mt 7,13). Entonces Jesús, siendo nuestro camino, nos grita:
El hombre se esfuerza para entrar, pero la hinchazón del orgullo se lo impide.
Aceptemos el remedio de la humildad, bebamos esta medicina amarga pero saludable...
El hombre, hinchado de orgullo pregunta:
“¿Cómo podré entrar yo?”
Cristo nos responde:
“Yo soy el camino, entra por mí. Yo soy la puerta (Jn. 10,7) ¿por qué buscas en otra parte?”
Para que tú no te extravíes, él lo ha hecho todo por ti, y te dice:
“Sé humilde, sé dulce” (Mt 11,29)
(San Agustín (354-430), Obispo de Hipona (África el Norte) y doctor de
la Iglesia, Sermón 142)
(Fuente: Conoceréis de verdad)
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